Mis inquietudes en relación a la cultura parten del papel esencial que ésta puede y debe ocupar en la transformación de la sociedad, que tal y como demandan la emergencia climática y los problemas sociales que atraviesa el mundo contemporáneo, requiere transitar hacia un modelo más sostenible, tanto a nivel material como social. Esta sostenibilidad pasa por la construcción de una cultura de la paz que de lugar y voz a todos los actores sociales que componen el tejido social.
Me interesa, pues, el arte que se catapulta como una herramienta valiosa para plantear cuestiones y reflexiones incómodas y necesarias, y que mediante sus atrevidos planteamientos contribuya a que la sociedad avance hacia el progreso.
Para ello es necesario identificar las flaquezas, carencias y conflictos que integran nuestra realidad y que los creadores den con un lenguaje artístico adecuado para su planteamiento y los gestores con un discurso asequible al público.