Desde mi posicionamiento como mujer y como artista, abordo el proceso artístico como una acción expresiva; y como las obras de arte, en sí mismas, no generan ningún bien material, considerándose por ello inútiles, no tengo muy claro el por qué de mi obcecación en seguir realizando artefactos. Tal vez, silenciando mi conciencia, estos objetos artísticos puedan generar algunas reflexiones y nos coloquen ante el espejo de una realidad incomoda imposible de eludir. A veces, pienso en la posibilidad de que desprendan chispas y enciendan sinergias capaces de modificar una realidad que me es amarga. Los tiempos de ejecución de mis obras suelen ser bastante rápidos, es placentero el olor a tierra mojada del taller o la manipulación de los materiales; en cambio, la gestación de las mismas suele ser lenta, la recopilación de documentación es un laberinto, cualquier teoría tiene su contra-teoría; no es una tarea que me apasione, pero me es imposible meter las manos en la masa sin un discurso conceptual que le de cuerpo.