«LA MUJER DE AGUA SIGUE CANTANDO» SE PODRÁ VER DEL 19 DE NOVIEMBRE DE 2015 AL 4 DE ENERO DE 2016

 trinta

 
«Aquellos que atraviesan el umbral del cielo,
no son seres carentes de pasiones
o que se han sometido a las pasiones,
sino quienes las han cultivado
y las han comprendido.»
William Blake 

Hace ya 23 años desde mi primera exposición en Trinta y pocas galerías se pueden sentir orgullosas de desplegar tanta confianza, generosidad y respeto a la hora de compartir los sabores y sinsabores en este mundo tan salvaje de la creación. Por eso ha sido para mí importante formar parte de este proyecto y lo es estar ahora aquí abanderando con convicción todo lo que ha pasado hasta ahora y sin duda todo lo que seguirá pasando. Ni que decir tiene que esta complicidad me ha ayudado a seguir siempre adelante y con profundo agradecimiento puedo decir que me ha ayudado a creer cada vez mejor en mí misma.

Inevitablemente pasan fugaces por mi mente años de soledad, dedicación, de aprendizaje y reinvención constante. Viajes a lugares insólitos donde la vida me ha llevado tanto dentro como fuera de mí, con los ojos y el corazón bien abiertos. 
He vivido cada instante de todos estos años tan intensamente como he sido capaz. He acumulado y compartido tantas experiencias, exposiciones, gentes, y he desplegado tanta energía en cada proyecto, cuadro u objeto que he materializado, que me parece imposible hacer recuento. Me he esforzado por tratar de traducir esta inquietud que reconozco que muchas veces es arrolladora; ella me lleva a salir de mi zona de confort y poner los límites cada vez más lejos con todo lo que esto implica. Así que paso con facilidad de sentirme invulnerable a sentirme ínfima. Como si la fuerza de lo sublime, presente en el entorno natural y en la naturaleza de las cosas, me elevara más a allá de mi propia contingencia. El proceso que se desencadena es como un torbellino que absorbe todo, cualquier elemento cotidiano es metamorfoseado en objeto poético y ritual. Así pues, cada vez más, me siento como una chamán que proporciona alimento espiritual, una alquimista que juega con arcanos vitales. Me gustaría compartir con mi trabajo un latido vital, potente, como el de mi corazón.

Siempre pienso que cada exposición va a ser la última, así que hay una entrega incondicional en cada gesto y en cada momento. Yo no entiendo la creación como una ocupación profesional, soy un espíritu creador sin otra ocupación, por más que me haya costado asumirlo. Lo más importante para mí no es que la creación sea mi medio de subsistencia, sino que yo subsista por la creación, que se haya convertido en mi fuerza vital y que ésta la pueda contagiar a los demás.  
Todo lo anterior me ha hecho posicionarme en un estilo de vida que, aún sin dejar de darme miedo, me lleva a asumir el riesgo. No sé si podría vivir sin aventura y casi todas las obras tienen origen en la experiencia de estar vivo. 
Nunca he entendido mi quehacer como una ocupación meramente formal. Las formas están, pero lo importante es aquello que habla más allá de su apariencia. Aquello que evocan, sugieren, recuerdan, provocan. En definitiva, aquello que las ha formado y conformado, más que su evanescente presencia actual, puesto que esta se metamorfosea en función de su ubicación, iluminación y relación con otras obras.
Por todo esto afirmo «Tampoco el mar duerme». Algo o alguien permanece despierto eternamente. Hablo de una pulsión de vida constante, expansión sin fin… aun en la aparente quietud y en el silencio. La inmensidad del mar, las desatadas fuerzas del averno, metáfora o trasunto de las emociones, contenida en una pecera. Tremenda tempestad traída  a lo doméstico en un pequeño recipiente. O puedo sentir la Ecuanimidad en la imagen de un sombrero, suspendido mágicamente en el aire. Esa verticalidad de la vela encendida en la coronilla, en un estado de alerta permanente, esa balanceo entre el apego y el rechazo que consigue elevarnos. El perfecto equilibrio entre las fuerzas de atracción y repulsión. Y el sorprendente vacío tan pleno del campo magnético!.
Haciendo un scherzo musical, como resumen diría que es como si cualquiera de mis exposiciones fuese en esencia una especie de mezcla alquímica entre mi «yo», Pamen, y la materia como madre o germen de mi creación. Materia que es partícipe de todos los elementos y de sus infinitas transmigraciones. Me puedo mover con soltura en los cuatro elementos, ya que me puedo disolver fácilmente en cualquier sustancia. Yo puedo ser cualquiera de éstos y sus frutos. Ser agua, fuego, tierra, aire. Pero también planta, piedra, ave y moverme como pez en el agua.
Levantarse y bailar transformando la materia es engendrar algo nuevo que ya no soy yo ni la materia original, sino objetos poéticos y espacios rituales. Pero para levantarse y bailar primero hay que cantar, cantar quiere decir utilizar la voz del alma. Y al cantar desarrollo mi propio poder para que la materia primera que parecía inerte cobre vida. Un poder mágico que se evoca con un canto mágico, porque todo canto es desde su origen una celebración ritual de la vida o de la muerte, de la siembra o de la cosecha, una invocación a la lluvia que fertilice la tierra. Así, la mujer de agua sigue y seguirá cantando hasta que la mujer de piedra se levante y baile.
 
Pamen Pereira 
Otoño de 2015
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