En la instalación Naturaleza muerta (en vida) un conjunto exultante de flores desborda un marco barroco de madera, brotando de la tela con sensualidad, a la manera de los bodegones florales pictóricos del siglo XVII.
Una mirada atenta advierte, sin embargo, que detrás del júbilo floral se transparenta la melancolía de la fragilidad y la brevedad de la vida.