La galería ADN de Barcelona, reúne a tres artistas, tres generaciones, tres nacionalidades y un objetivo común. Margaret Harrison, María María Acha-Kutscher y Núria Güell reivindican el arte como una herramienta para el activismo, rebelándose contra las diferentes formas de injusticia social.
Ella, no alude solo a la circunstancia obvia de que las tres son mujeres, sino al hecho de que trabajan desde un posicionamiento feminista declarado y manifiesto, y que a menudo analizan a través de su obra las diferentes formas de violencia y opresión ejercidas contra la mujer como sujeto político. Abogan por un feminismo inclusivo y transversal, desde el que denuncian la vulneración de los derechos de cualquier sujeto subalterno.
El ojo, hace énfasis en la función de observación y documentación de la realidad que las tres ejercen como artistas, pero también en la asunción de la responsabilidad que deriva del hecho de ser testimonio, y a veces incluso cómplices, de las diferentes formas de injusticia social. El ojo hace también alusión a un interés por analizar y revisar de manera crítica los cánones visuales, la representación estereotipada de la figura femenina en la historia del arte, y las convenciones que han conformado a lo largo de los años las formas de recepción e interpretación de la imagen artística. En sus obras, y a diferencia de otros artistas políticos que limitan su activismo al documentalismo, Harrison, Güell y Acha-Kutscher no solo registran y testimonian las diferentes formas de injusticia social sino que las enfrentan.
El dedo hace referencia a la determinación de señalar los abusos de los sistemas de opresión y del poder hegemónico, pero también a sus capacidades para reconocer los privilegios que a veces les otorga sus posiciones como artistas reconocidas y residentes en Europa, y de cómo los usan en favor de las causas que defienden. Por eso el último término es la mano, un elemento corporal que representa una forma de relación activa y directa con el mundo, y que simboliza la convicción compartida de entender el arte como una herramienta para la transformación social y como un lugar desde el cual ejercer el activismo
Alexandra Laudo