La construcción de un decorado, una salita pequeña, una mesa camilla, los reposa brazos de un sillón orejero, el centro de una mesa muy larga, la cama, las baldas de una vitrina, dos mesitas de noche. Lugares protegidos y adornados con piezas virtuosamente tejidas a ganchillo.

La mujer está tejiendo en sus momentos de descanso, horas dedicadas a la labor. Ella no se tumba a la siesta, aprovecha el tiempo haciendo tapetes. Son tapetes blancos, blanco roto o beige, puede que alguno más tostado. Ha tejido muchos, tantos que tiene para quita y pon. Si teje se siente mejor, eso de estar sentada sin hacer nada no va con su espíritu.

Tiene tres hijas, a una de ellas le gusta tejer, hace lo que se llama “crochet”. No, ella no hace tapetes, son más bien muñecos, cosas más modernas, como bolsos y gorros con muchos colores. A sus otras dos hijas no les gustan hacer ganchillo, tampoco les hace gracia los tapetes de su madre ni los muñecos

de su hermana.

Los ganchillos que su madre les regala los guardan de recuerdo pero no los ponen por casa, es que llevan viéndolos toda la vida y ellas prefieren tener otras cosas decorando sus pisos, cosas nuevas.

Hace más de un año que compramos nuestra casa a una señora, ella vendía el piso que su madre le dejó en herencia. Allí encontramos muchos muebles antiguos y cosas curiosas, entre ellas una bolsa de plástico llena de tapetes de ganchillo. Llamé a la señora y le dije que se había dejado una bolsa y que debían ser de su madre, ella dijo que no quería nada. Abrí la bolsa y empecé desdoblar tapetes, un trabajo tan delicado y laborioso. Solo podía pensar en todo ese tiempo de trabajo, horas y horas de la mujer en la casa como parte de un engranaje más de la producción invisible, creando y decorándola. Ahora todo esa labor estaba abandonada en un cajón.

Esta exposición busca darles valor de nuevo, cruzar el umbral de la casa y ocupar un espacio público. Construir una dimensión diferente para estos tapetes, reivindicar un trabajo y poner el foco en este oficio. Blanca Prendes trabaja sobre los ganchillos interviniendo en ellos de una manera muy diferente a la que se había hecho primeramente y así conseguir como una especie de coproducción de “Dos mujeres”, un trabajo común, partiendo de las piezas creadas por otra mujer. A la artista le interesaba entrar en contraste con esta base para entender que había dos momentos de creación. Un primer momento en el que se creó el tapete de ganchillo basado en simetrías y mantenido en el espacio doméstico y una segunda fase donde ella traza planos de color con spray saltándose los patrones y llevando las piezas a un espacio público.

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